El mundo cambió en todo sentido y las demandas y necesidades nos invitan a repensar el fin de la educación, mirando los intereses y dinámicas personales de nuestros estudiantes en un entorno social que va movilizándose de acuerdo al contexto en el que se desarrollan.
Hablar de educación inclusiva refleja la necesidad de reconocer que nuestra sociedad tiene una diversidad, evidenciando realidades, historias personales que deben ser comprendidas para ser atendidas, diseñando espacios de enseñanza que tomen en cuenta a todos los niños, adolescentes y jóvenes con intereses, motivaciones diferentes, con estilos de aprendizaje, con distintas capacidades, por edad, género, estado de salud, origen étnico, cultural o de otra índole.
El enfoque social y de derecho de nuestro sistema educativo nos debe facilitar la concientización, formación e implementación de politicas y acciones que centren los proyectos educativos en metas de aprendizaje respetando esas diferencias; planificando objetivos, metodologías, materiales y evaluaciones desde la variabilidad humana, teniendo como principio que "la regla es responder a la diversidad" dejando de lado un sistema tradicional pensado en el estudiante promedio y brindar lo mismo para todos.
La educación inclusiva es una necesidad, depende de nosotros hacerla real eliminando prejuicios y creencias que limitan el desarrollo de una socieda empática, justa y equitativa.
¡La transformación está en tus acciones!
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