“Nuestros prejuicios, desconocimiento y creencias limitantes, muchas veces nos llevan a creer que todos debemos funcionar de la misma manera estableciendo constructos sociales donde lo que sale de la norma es diferente y extraño”
De esta manera inicio la reflexión sobre la importancia de clarificar la definición sobre Neurodiversidad, para luego dar pase a una interpretación personal; finalmente se aterrizará en el ámbito educativo.
La transformación de una nueva escuela, donde todos los estudiantes pueden convivir y aprender juntos, fue generando cambios en la concepción de la inclusión educativa, en ese proceso la neuroeducación plantea aportes para comprender que la atención a la diversidad estudiantil debe ser un proceso natural con oportunidades, flexibilidad y ajustes de acuerdo a las necesidades.
En ese sentido, se forja una nueva mirada donde se concibe a las personas como entidades biológicas únicas que se relacionan con el ambiente en función a las experiencias vividas.
Flórez (2015) rechaza la idea de sustituir el término de discapacidad por el de diversidad funcional, o el de discapacidad intelectual por el de neurodiversidad. Según dicho autor, la diversidad funcional y la neurodiversidad son propiedades que definen a todo ser humano.
Armstrong (2012) menciona que no existe un cerebro estándar y que, de hecho, la diversidad entre cerebros es tan maravillosamente enriquecedora como la biodiversidad y la diversidad entre culturas y razas.
Guillén (2016) expresa que la persona neurodiversa no recibe un favor, sino que debe acceder a lo que por derecho natural le corresponde: el goce de la condición humana. «Inclusión», y todo el paradigma que invoca, deberá ser reemplazado por un modelo basado en la noción de «convivencia»
La neurodiversidad es un hecho biológico que nos permite comprender que todos percibimos el mundo de diferente manera; somos seres únicos en relación a las experiencias que activan el funcionamiento neurocognitivo, teniendo en cuenta la variabilidad humana en cuanto a nuestras características, intereses, fortalezas y necesidades.
Finalmente, las escuelas deben ser espacios donde todos los estudiantes puedan relacionarse y aprender, entendiendo que todos somos diferentes y que las diferencias propias de la naturaleza humana son parte de la convivencia democrática y del respeto hacia el otro.
Referencias
Armstrong, T. (2012). El poder de la neurodiversidad. Paidós Ibérica.
Flórez, J. (2015). Discapacidad Intelectual y neurociencia. Revista Síndrome de Down 2015; 32: 2-14
Guillén, J (2016) Escuela con cerebro. Aulas inclusivas: reflejo de la neurodiversidad cerebral. https://escuelaconcerebro.wordpress.com/?s=neurodiversidad
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